Conventa es de esos espectáculos que no establecen distancia con el espectador, no solamente porque todo sucede a unos centímetros de la cara del público sino porque es imposible no sentirse interpelado por la unidad de la obra. No es para nada pretenciosa pero a la vez es tan profunda, divertida, simple y complejísima, tan actual y genial, que ojalá los actores sigan copando el bucólico patio de Querida Elena muchos meses más. Un trabajo de esos que hay que ver y volver a ver porque siempre hay algo que queda resonando como una música de las que uno escucha de niño y por eso nunca jamás puede olvidarla.
(Verónica Pérez Arango es poeta y dramaturga.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario